Ignacia

Nos hicieron creer que nuestras ideas vienen compactadas dentro de un envase que no es posible abrir. Y sin embargo, un día el recipiente recibe un codazo y se rompe para dejarlas escapar, para que deambulen, para que sean, para que duden, para que muten, para darlo vuelta todo. Su participación activa en distintos colectivos le dio una mirada más incisiva y amplió su perspectiva sobre la desigualdad manifiesta que existe en los diversos ámbitos en los que se desenvuelven las mujeres y las identidades no binarias. Oriunda del oeste de Buenos Aires y cargando a cuestas la necesidad urgente de cuestionarlo todo, comenzó a hacer música para desarmar lo establecido y exhibir sus múltiples variantes, para repensar las formas que tenemos de vincularnos con nosotros mismos y con los demás, para generar cambios verdaderos creando nuevos espacios. En este episodio te presentamos a Ignacia, una artista que no entiende de silencios, que sabe que el momento de actuar es siempre, que pretende sacarle solemnidad al juzgamiento y que se sube al escenario para unir fuerzas, ganar mayor visibilidad y darlo vuelta todo.

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Momentos destacados de la charla

Está buenísimo como todos los análisis que podamos hacer sobre mecanismos machistas y transfeminismo y bla. Pero sigue funcionando dentro nuestro, y si no lo cuestionamos, lo vamos a seguir replicando. Mismo entre mujeres: nadie está exente, porque es un plan muy bien hecho y durante mucho tiempo. Entonces, muchas veces mujeres no llaman a mujeres porque dicen «no lo va a hacer tan bien». Y hay algo de eso que también está bueno entender: por ahí, hay veces que no estamos tan capacitadas porque no tenemos el espacio para practicar, nunca.

Siento que hay veces que las mujeres que tocan un instrumento increíblemente y que llegaron a cierto lugar de su carrera súper afianzadas, a veces se paran a juzgar mujeres y chabones. Quién sos para juzgar el desempeño artístico de una persona? Hacer música es un derecho, es sacar lo que tenés para decir, que tenés agarrado en el pecho. Nadie te puede venir a decir «no, si no tocás todas las escalas y a esta velocidad…» Mirá que yo vengo de esa… tuve un momento re-nerd en mi vida, de conservatorio, de renerdearla. Y ahora hago canciones con cuatro acordes y la flasheo. Pero siento como ahí también entender la desigualdad: no todas las mujeres, no todas las personas que no son varones cis se animan a abordar un instrumento que es mayormente tocado por varones cis.

Por ahí sí no estamos tan capacitades, por ahí tenemos que darnos el espacio. Por ahí, como está tan afianzado el ghetto entre chabones en el área de la música, de la técnica y de todo eso (no todos los chabones), pero es obvio que tienen el último plugin y blabla. Lo que yo observo en en Red Multisonora, es que se está generando un nicho re zarpado, donde no hay chabones cis. Entonces, la información se habilita de otra manera. Cuando quiero preguntar algo técnico, sobre alguna herramienta, me siento mucho más cómoda preguntándole a les pibis, y no siento que nadie me va a mansplainear, nadie me va a decir «si querés, venite un ratito al estudio y tomamos algo…»

Observo esta situación: se cruza por mi mundo una persona que está haciendo algo que yo digo «yo también quisiera hacerlo». Con ese sentimiento, que primero se genera como una alarma, como «yo también, por qué yo no»… Con eso, en vez de decir «ah, seguro toca así porque tiene un montón de plata y tiempo…» Sí, bueno, son variables… Pero agarrá la guitarra. En vez de ponerte a cuestionar a esa persona agarrás la guitarra… por ahí, en búsqueda de tocar como esa persona, encontrás tu forma de tocar la guitarra y generás tu propio lenguaje artístico. Entonces, la envidia es un punto de partida re zarpado que está bueno escucharlo, porque te conecta con un deseo que tal vez todavía no lo conocés del todo. Pero pide salir: «ésto, por acá, por acá…». Te ayuda a encontrar la punta de hilo del ovillo, para que empieces a tirar.