Feli Colina

De Salta a los subtes porteños y de Buenos Aires a los Estudios Abbey Road. En su valija sólo cargó un poco de entusiasmo, ganas de crecer y la firme convicción de dejarse sorprender. El carisma y el talento son atributos innatos que lleva consigo incluso mucho antes de su primera canción. En el episodio de hoy charlamos con Feli Colina, una joven artista que supo hacer camino desafiándose a sí misma y atreviéndose a experimentar el temido prueba y error.

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Momentos destacados de la charla

«Me costó conseguir respeto de mis colegas. Como que las mujeres siempre estuvieron presentes en la música, eso es innegable para cualquiera, pero como que estaba en ese momento en Salta como muy asociado que las chicas cantaban técnicamente muy bonito o cantaban baladas o cantaban de una forma más melódica… Entonces, en ese sentido sentía que no terminaba de tener esa complicidad que tenían entre los hombres en el género que en ese momento yo estaba más interesada, que era el rock clásico. Era como que no terminaba de tener mi espacio. Es sutil la exclusión. No era que me decían ‘no podés tocar’. Yo veía que todos se ayudaban entre sí y charlaban entre ellos de cosas en las que yo no estaba incluída. Es como una sutileza».

«Estudié 5 meses de Derecho en Salta. Mandatos… Me vine a Buenos Aires y podía seguir estudiando a distancia. Conseguí un trabajo en un estudio de abogados. Ni me cuestionaba. Tenía 19 años y había que pagar las cuentas. A los tres meses me echaron, porque la verdad es que nunca entendí por qué me contrataron, porque estaba muy al pedo… y cuando me quedé sin trabajo dos amigos me contaban cómo les iba cantando en el subte. Me fui con ellos, me enseñaron. A escondidas de mi familia: ya desde Salta Buenos Aires está imaginado como un lugar super peligroso. Imaginate si encima les decía que tocaba en el subte. Se iban a querer matar. Estuve tocando tres años. Siempre lo digo: fue la mejor decisión que tomé en mi vida, porque todo empezó a funcionar con mi decisión de hacer música. Sin pensarlo, pero haciéndolo, me decidí a hacer ésto».

«Ese miedo, esa vergüenza que me daba los primeros días es más un pro que una contra. Durante meses me daba miedo el primer vagón. Todos los días. Enfrentarme así a la situación, porque es algo que no tiene inicio: lo que va a hacer que vos comiences a trabajar es tu propio impulso por empezar. Dependés de vos y nada más que de vos y tu guitarrita».