«Me grita torta, puta, marimacha, camión / y a mucha honra, bombón». Transparente, descarada y altamente sexual (y sensual) es la música que compone la cantante y productora Romina Bernardo, más conocida como Chocolate Remix. La combinación de frases provocadoras, ritmos latinos y carácter urbano integran una crítica social que atenta contra la naturaleza propia de un género que lleva tiempo asociándose al machismo y que ha sido acusado de fomentar la violencia hacia la mujer. Choco, esta artista tucumana, supo imprimir su sello característico convirtiéndose en pionera del reggaetón lésbico y feminista, desencadenando con sus canciones una ola de miradas y de perreo extrovertido. En el episodio de hoy charlamos con Chocolate Remix, la argentina que reta a los «reggaetoneros machos».
Descargá el audio en mp3
Suscribite al podcast: Spotify / Google Podcast / Apple Podcast / RSS
Momentos destacados de la charla
«Yo creo que la pulsión principal e inicial fue que yo quería hablar de sexo. Quizás porque de alguna manera como mujer, como lesbiana, como norteña, hija de una familia tipo, el sexo era un gran tabú. Siempre me pregunté por qué y me parecía que era algo de lo que había que hablar. Fue algo que toda la vida me hizo mucho ruido que sea un tema del que no se hable naturalmente, como cualquier otra actividad humana. Como que haya una cosa ahí, que se habla de alguna manera risueña, o se cambian las palabras, o no se dice, no se ve… Está como implícito. Siempre me conmovió, de alguna manera, yo quería hablar de sexo y, particularmente, al también no tener una sexualidad convencional, si se quiere, me parecía que más aún se necesitaba que sea algo más normal hablar de eso.»
«Hay una cuestión en la que no puedo dar cuenta de cuáles puertas se cierran, porque obviamente no me pasa en la cara. Pero creo que, definitivamente, a mucha gente o productores le interesa más una piba súper femme, heterosexual que cante reggaeton a que lo haga yo. Hay un montón de filtros ahí que no me entero, y que probablemente no sé si yo cumpliera con ciertos estándares, quizá tendría otras oportunidades. No es lo mismo ir a cantar la letra que cantó yo que que si canto otro tipo de canciones, u otro tipo de letra, o fuera todo más estandarizado en el estándar heterosexual. Las incomodidades que puede implicar decir «bueno, no sé si ofrecer mi laburo acá o no», ahí empieza también el primer filtro. Como decir «qué voy a ir a tocar en esta fiesta yo, viste?». Son prejuicios personales, pero basados en una experiencia, también. Sí, definitivamente yo creo que debe haber puertas que se cierran, como habrá otras que se abren… Pero las puertas grandes todavía creo que están muy reservadas a la normatividad.»
«Lo bueno es que cuando no entrás ahí en ese segmento, que implica una identidad, es como que se te abre todo un mundo de posibilidades. Porque yo creo que al no haberme, de alguna manera, sentido muy representada con todas las cosas que implican ser una mujer —vestirte así o asá, comportarte así o asá—, no haberme visto reflejada en eso, no haber querido ser ni como mi mamá ni como todas las mujeres, la experiencia que tenía alrededor me habilitó a hacer cosas que creo que muchas mujeres no han tenido habilitadas. Como que yo creo que hay una cuestión cultural, y ahí volviendo por ejemplo el tema de la música y volviendo a muchas cuestiones donde todavía hoy hay un dominio de los varones por encima de las mujeres en los espacios, creo que empiezan muy tempranamente, muy en la casa. En el momento en el que la persona se identifica como mujer y automáticamente se le anula ser una rockstar, porque qué hace una mujer… groupie. No te pueden gustar los autos, no te pueden gustar las bicicletas, es cosas de machona, no te puede gustar jugar con la pelota… Por suerte hoy cada vez hay más referencias para decir «ah bueno, yo quiero ser jugadora de fútbol» o «quiero tocar la guitarra como Marina Bertoldi»… Antes, cuando había muchas menos referencias de mujeres haciendo otras cosas, realmente no identificarte del todo con la idea de mujer, para mí fue un poco una salvación para poder hacer un montón de cosas que me gustaban y tenía ganas».