#LaRenga El viento que todo empuja

Mate va, mate viene. El rock se encarga de ambientar el auto mientras la ruta, que parece tranquila, es la calma antes de la tormenta. Debates interminables, con datos sumamente incomprobables, una parrilla al costado y unas victoriosas cervezas al llegar son el deleite de quienes esperan entrar a un mundo de pasión y locura sin explicación. En un diciembre infernal, La Renga decidió terminar el año explotando el Estadio Mundialista de Mar del Plata, y Corriendo La Voz estuvo ahí para contarte todo.

Decidir dónde y cómo finalizar un año es todo un arte. La banda de Mataderos inauguró la gira de su último disco, Pesados Vestigios, el 24 de enero en el aeródromo de Villa Rumipal (Córdoba) y, de allí en más, llevó a cabo 15 recitales a lo largo de todo el país. Tandil, Bragado, Olavarría, Salta, San Miguel de Tucumán, Rosario, Corrientes, Neuquén y Puerto Madryn fueron algunos de los lugares visitados. Incluso, la banda se dio el lujo de tocar en Santiago de Chile. Pero eso no bastó, había que cerrar el año con todo. Así, eligieron como fecha el 12 de diciembre y nada mejor que el Estadio Mundialista “Jose María Minella”, cuna de grandes espectáculos. De yapa: Playa, calor y rock.

Fotografía: Dron de Mar del Plata

Treinta y dos canciones durante 2 horas y media de show hicieron delirar a todo el público presente. Cuando las lucen se apagaron, la música introductoria comenzó y los protagonistas salieron al escenario. La euforia creció exponencialmente hasta llegar a puntos de felicidad extrema. Y es ese momento, en el que la primera nota sonó y el piso tembló al compás del salto de más de 35 mil personas. “Corazón Fugitivo” abrió el telón de un recital que no dejó nada por desear. “A la carga mi rocanrol”, “A tu lado”, “Nómades”, “El twist del pibe”, “Día de sol”, “San Miguel”, “Mirada de Acantilado” y “En el Baldío” formaron parte de la primera parte del show.

La segunda y tercera parte tuvieron entre ellas muchas joyas, que uno no siempre puede darse el placer de escuchar en vivo. Algunas fueron: “La balada del diablo y la muerte”, “Ser yo”, “Las cosas que hace”, “Circo romano”, “Motorrock”, “Hielasangre” y “Panic show” (con Nacho Similari como invitado). La lista siguió muy arriba con “Arte infernal”, “Oportunidad oportuna” con Ale Kurz como invitado (en el día de su cumpleaños), y “La razón que te demora”.

Ph: Lucho Gargiulo

Finalmente, un corte de 5 minutos preparó a la gente para el final del banquete permitiendo rastrear la energía que quedaba, para dejarla ahí, en los temas finales: “Psylocibe Mexicana”, “El viento que todo empuja”, “El final es en donde partí”, “Al que he sangrado”, “El rebelde”, “Canibalismo Galáctico” y, por último (como siempre), “Hablando de la libertad”.

Manos alzadas, saltos demenciales, pogos interminables, rondas que se forman y deforman en tan solo segundos. Zapatillas que se pierden y golpes que solo se sienten al día siguiente. Gritos del alma y abrazos profundos son expresiones que tan solo pueden disfrutarse en pocos momentos de nuestra historia. Al fin y al cabo, “la muerte está tan segura de vencer que nos da toda una vida de ventaja”, y cómo no sacar provecho de ella. Una expresión de rock que demuestra seguir vigente a lo largo de los años sin importar qué suceda alrededor.