Garbage se sumerge en la oscuridad con el disco “Strange little Birds"

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«Strange little birds», sexta placa del grupo estadounidenses Garbage, se presenta como el trabajo más oscuro del cuarteto en más de 20 años de registros discográficos pero, al contrario de sus álbumes anteriores, es en el que las voces suenan más naturales.
A lo largo de todo el registro Shirley Manson canta envolviendo el ambiente con una voz gutural, rasposa y, por momentos, desesperante, como en los versos que abren el disco: «Aprendo más cuando estoy sangrando. Me tiras abajo, entonces me levanto».
Así, la voz de la colorada vocalista irlandesa parece no sucumbir al paso del tiempo sino que demuestra estar en un momento superlativo en el que se pasea, con experiencia, a lo largo de una amplia paleta de colores y sensaciones, con letras íntimas y directas.
Luego de 21 años de su debut discográfico homónimo, el cuarteto no se preocupa en reproducir el éxito de estribillos y guitarras que tenían en himnos como «Stupid girl» o «Queer» y con la excepción de la rockera «Empty», que recuerda al aclamado «2.0», el resto de la placa trae canciones más complejas, con menos melodías y más rítmica, usando las baterías electrónicas como si fueran yunques que agarran de los pies a las letras y las anclan a tierra.
Las melodías vocales, cuyos coros se procesan con reverberancias, delays y chorus, le enfatizan el tono natural que la voz principal de la ex Angelfish puso de forma consciente, con la idea de «sonar más pasional», según explicó Butch Vig, baterista del grupo.
«A pesar de que nuestro amor es desafortunado y a pesar de que lo echamos a perder, todavía esperamos por mañana, todavía tenemos ganas de mañana», canta Manson en «Even though our love is doomed», una pieza magistral que retumba en la boca del estómago impulsada por los graves del piano.
Mezclado y producido por Butch Vig y Billy Bush y masterizado por Emily Lazar, ambos colaboradores de Garbage en su anterior trabajo, «Not your kind of people» (2012), la placa de 11 canciones zigzaguea entre el sonido electrónico y uno más humano.
Tal vez se pueda objetar que el acabado sea excesivamente naive y con algunas salidas obvias, como en la popera «Magnetized», que se apoya en contratiempos y en un poco versátil estribillo; o que el abuso de sintetizadores y de baterías electrónicas dejaron poco lugar a las melodías de las guitarras.
Sin embargo, «Strange little birds» está a la altura de un grupo que se pasea por el rock, el pop, el industrial y todos los subgéneros existentes, haciendo pie en la variedad, característica innegable que cosechó desde sus comienzos. (Télam)