"Rock and roll revolution": Lo nuevo de Fito Paez

Por Pablo Diaz D’Angelo.
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De bautizar melosamente “Yo te amo” a un disco, a otorgarle un nombre de cliché como“Rock and roll revolution” a su sucesor -y con algo así como un año de diferencia entre ambos- dice a gritos que algo o alguien fuerte pasó entretanto. Fito es un especialista en eso de hacerle canciones a sus sentimientos, pero también con cierta ambigüedad. Porque salvo la inédita hasta acá “Loco” -de Billy Bond, Serú y compañía-, en todas las de su autoría en este 31º álbum solista persiste la ruptura, la rabia y un deambular crónico por todos los estadíos del amor. Hay arrepentimiento, bronca, melancolía y enojo pero también espacio para dejar la incógnita hacia un inminente renacimiento general. Y qué mejor para eso que volver a la raíces.
Algunas de las referencias sonoras de “R&RR” son propias pero la mayoría ajenas ya que Paez saca a relucir la influencia de Charly, en “Arde”, por ejemplo, con un guiño a “No llores por mi Argentina”. A la vez en “Tendré que volver a amar” está la segunda parte de su verborrágica “Al lado del camino”. También hay un poco de Beatles en la slide y el piano de “Los días de sonrisas, vinos y flores”, pero es por decantación ya que lo de García es permantente, de hecho la tapa del disco es un retrato que le tomó la artista Andy Cherniasky al prócer argento, en los 80.
De esa época dorada, la batería sampleada de “Muchacha” sustenta aún más el homenaje a un Charly más ochentoso. Estimulando frases como “la grasa de las capitales”, hay un juego de falsetes en una canción que fue compuesta con piano y voz, con una métrica muy Paez, para después ubicarla en tiempo y espacio con el clapeo de los parches enchufados, clásico ritmo de la década.
La literatura y los excesos conviven. Fito se ubica muchas veces como la voz en off de sus propias historias, y su ambición cinematográfica muestra otra opinión de los sucesos como en la perturbadora y gótica “Canción de Sybil Vane”, que no es más que la descripción de un personaje sufrido de “El retrato Dorian Gray”. Una interpretación propia de parte de la novela de Wilde. Sin embargo en la blusera “La mejor solución” pinta un rockstar más básico y suicida, por encima de un colchón de guitarras de Gabriel Carámbula.
La convocatoria de músicos tuvo que ver en un cambio premeditado y con la vuelta a otros tiempos. Fito solo aporta letra y teclados. Luego fue sentarse con conocidos para darle rock and roll a la cosa. Con Diego Olivero (ex Killer Burritos) como productor asociado, el Bambino Carámbula, Gastón Baremberg (batería) y Mariano Otero (bajo), más los coros de Deborah Dixon -entre otros-, el rosarino retoma la senda del estilo musical que fue motor en sus inicios.
Como casi siempre, y viniendo de Paez, hay bajadas y puentes (el “No te vayas de mi” en “Ella sabe todo de mi) que son legendarios, o al menos sobresalientes, y que inclusive valen el resto de la canción. Ciertos versos con vida propia y fraseos con un estilo de interpretación que es ya característico en el músico.

“R&RR” es un disco de citas que cierra con “Que te vaya bien” porque “Hombre lobo (yo)” tiene toda la intención de ser un bonus track. Un minué aggiornado y austero de hombre y piano para cicatrizar o dejar en stand by otro capítulo en estas cuestiones de amor y desamor que tanto le han servido a Paez para hacer canciones. “Buena suerte, buen amor” canta Fito en “Que te vaya…” entre golpes secos de teclas y una melodía de vibra positiva. Pudre voz en la segunda parte del tema, sin rencores y con un adulto “yo te quise, pero algo terminó”. Punto y aparte.
Definitivamente hay un Fito prolífico más allá de la demanda de las discográficas. “Rock and roll revolution” fue compuesto fugazmente en apenas un par de semanas y es quizás el disco más rockero de los últimos 20 años. Si bien tuvo impacto en el mundo de la farándula por el para quién fueron dirigidas varias estrofas, el afecto por Charly hizo que tanto en lo musical como en la prosa no haya tantos rodeos para sonar y decir. Pocos esperan lo nuevo de un artista tan consagrado y a la vez eso estigmatiza parte de una obra. Paez bien pudiera dedicarse a vivir de regalías pero aún parece con ganas de reemprender la revolución del rock.